El Eterno transmitió a Moshé, las leyes
referidas al leproso para su purificación. La persona enferma de tzaraat, era declarada metzorá y
enviada fuera del campamento de la congregación, para vivir y con sus ropas
rasgadas. Debía gritar “impuro,
impuro”, como señal para que nadie se acercara a tocarle.
Cuando la enfermedad se reducía, la persona era nuevamente examinada
por un Cohén, fuera del campamento, y así asegurarse de que la recuperación era
total. Las ceremonias de
purificación se extendían durante ocho días, y se observaban ciertos ritos
especiales durante el primero y el último día. El Cohén ofrecía sacrificios y en el proceso de purificación
se usaba madera de cedro e hisopo.
El ex metzorá era declarado miembro pleno de la comunidad.
Las leyes de tzaraat se aplicaban tanto a una
vestimenta como a una casa. Si las
ropas mostraban signos de tzaraat, podían llegar a ser quemadas. Si una casa aparecía repentinamente
marcada con rayas verdes o rojas, era cerrada por siete días. Si las rayas se extendían, las piedras
afectadas eran reemplazadas por otras nuevas. La casa era revocada y las viejas piedras y el polvo eran
arrojados en un área contaminada, fuera del campamento. Si aún quedaban signos de tzaraat en
las paredes, todo la casa era destruida y los materiales arrojados en el área
contaminada fuera del campamento.
El
Eterno también indicó sobre ciertas impurezas físicas, como ser pérdida
de semen, flujo, que afectaban a las personas y por ello tenían prohibido
entrar al Santuario o tocar objetos sagrados. Esta situación terminaba luego de un proceso de ceremonias
específicas para su purificación.
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