La parashá comienza relatando sobre el día
en que Moshé debía morir, y es cuando reunió al Pueblo de Israel, hombres,
mujeres y niños, para confirmarlos como Pueblo Elegido por Hashem, no sólo para
ellos sino también para las futuras generaciones.
Por otra parte, Moshé advirtió
a aquél que considerara apartarse del Todopoderoso, creyendo obstinadamente de
que las advertencias mencionadas en Parashá Ki Tavó no recaerían sobre él, lo
que, como consecuencia, provocaría la cólera del Eterno y sería borrado de la
faz de la Tierra. Y en caso de ser
el Pueblo el que pecara, toda su tierra sería destruida. Así las generaciones posteriores sabrían
que las causas fueron el haberse apartado de Hashem y Sus mandamientos.
Una vez que los benei Israel hubieran
retornado a Su congregación, el Eterno los retornaría a la Tierra Prometida
desde la dispersión. Así, los
enemigos se harían acreedores de las maldiciones por haber perseguido y maltratado
a los judíos. A su vez, el Pueblo
judío recibiría felicidad y prosperidad en la medida que aceptaran y observaran
los preceptos del Todopoderoso.
El Pueblo a partir de ese momento, debía
entender sobre elegir entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal, y esa
decisión era exclusivamente suya.
Los judíos si elegían acercarse al Eterno, prosperarían y si así no
obraran, desaparecerían.
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