El Eterno se dirigió a Moshé, indicando
las leyes referidas a la mujer parturienta, quien al dar a luz un hijo varón,
será impura durante siete días y durante treinta y tres días se
purificará. En el octavo día se
circuncidará al recién nacido. Si
diere a luz una niña, será impura dos semanas y se purificará durante sesenta y
seis días. En ambos casos de
nacimiento, la mujer, una vez purificada, deberá dar ofrenda de expiación ante
el Cohén en el Tabernáculo, consistente en un cordero y, si no fuere posible,
presentará dos tórtolas o dos pichones de paloma.
Si una persona contraía la enfermedad de
tzaráat (padecimiento comparable a la lepra) debía ser traído frente al Cohén
Gadol o uno de sus hijos, quien debía examinar al enfermo y sería declarado
impuro. Tenía prohibido entrar al
Santuario. Se lo aislaba durante
siete días y luego se lo volvía a examinar. Si aun mantenía la afección, debía
continuar aislado durante otros siete días y luego, si la mancha no se
extendía, se lo consideraría puro.
Las leyes relacionadas con la tzaráat se
extienden en diversas condiciones dadas por el Todopoderoso. Incluso si la ropa hubiera tenido
mancha de lepra, también debía ser presentada ante el Cohén y se mantenía
aislada esa prenda durante siete días.
Luego debía ser examinada nuevamente por el Cohén y si la mancha se
hubiera extendido, sería impura.
Debía quemarse la ropa. En
caso de no haberse extendido la mancha, sería lavada la mancha y separada la
ropa durante otros siete días. Al
cabo de ese tiempo, el Cohén veía si la mancha no cambió de color, determinando
que sea quemada la prenda.
|
|