La parashá de esta semana comienza con el enunciado
que realiza Moshé sobre las ceremonias a realizarse en la Tierra
de Israel referidas a las leyes de las primicias (bikurim), los primeros
frutos de las siete especies (minim). Los mismos debían ser presentados
ante el sacerdote (cohén). También recuerda las leyes del
diezmo de la cosecha (maaser) de cada tercer año del ciclo de la
shemitá, como el apartar maaser para los levitas, los huérfanos
y las viudas.
Moshé recuerda al Pueblo de Israel que el cumplimiento de los
mandamientos del Eterno, sin desviarse de Sus caminos y Sus mandatos,
los recompensaría con la elevación del Pueblo sobre los
demás.
Otra instrucción que Moshé y los ancianos dieron al Pueblo,
es que una vez cruzado el río Jordán, debían colocar
grandes piedras en el monte Eival, sobre las que escribirían todas
las palabras de la Ley. También, y en segunda instancia, debían
construir un altar de piedras y sobre él sacrificar ofrendas. En
tercer lugar, las doce tribus debían ratificar la aceptación
de las Leyes del Todopoderoso, ubicándose seis tribus sobre el
monte Guerizim representando las bendiciones y las otras seis debían
ascender al monte Eival representando las maldiciones. Los levitas se
ubicarían entre los dos montes y procederían a advertir
a quienes cometieran pecados, como los de idolatría, faltar el
respeto a los padres, desplazar los límites de separación
con el vecino, poner obstáculos al ciego, no actuar con justicia
con el extranjero, el huérfano o la viuda, el mantener ciertas
relaciones prohibidas, herir traicioneramente al prójimo, recibir
soborno, no cumplir con los mandamientos de la Torá. Ante cada
advertencia, el Pueblo debía responder "Amén".
Luego procederían a bendecir, por seguir los caminos del Eterno.
Moshé enfatizó sobre lo qué sucedería si
el Pueblo se conducía observando los mandamientos del Eterno, y
así lograrían prosperidad en sus ciudades, sus campos, sus
ganados, sometiendo a los enemigos y estando por sobre las demás
naciones. Por el contrario, su comportamiento contrario, traería
como consecuencias enfermedades, hambruna y muerte y la Tierra de Israel
sería destruida y dominada por naciones violentas, y los judíos
diseminados y convertidos en esclavos.
Por último, Moshé comenzó su última exposición
ante el Pueblo, exhortándole recordar al Todopoderoso que los protegió
en Egipto, durante los cuarenta años en el desierto y los seguiría
protegiendo en el futuro.
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