En esta parashá Moshé continúa
recordando y criticando al Pueblo, sobre cómo él rogó al Todopoderoso que Le
autorizara cruzar el Jordán para contemplar la Tierra de Israel, pero como el
Eterno estaba irritado con él por culpa de acciones del Pueblo, sólo Le
permitió verlo desde la cúspide del monte Pisgá. Al mismo tiempo Le ordenó designar a Yehoshúa para hacerse
cargo del liderazgo sobre los Benei Israel.
Moshé exhortó al Pueblo a
observar cuidadosamente las leyes y preceptos de Hashem, pues así serían
reconocidos por otros pueblos como una gran nación y prevalecerían no obstante
ser poco numerosos.
Moshé les recuerda que no olviden todo lo que vivido
en el Monte Sinai cuando recibieron los Diez Mandamientos. Moshé advierte al pueblo que no hagan
imágenes para idolatrarlas pues en el Monte Sinai no vieron ninguna imagen y
solamente escucharon la voz del Eterno.
A pesar de ello, Moshé profetiza que el Pueblo, después de asentarse en
la tierra de Israel, cometerán idolatría y serán destruidos y dispersados entre
las demás naciones. Pero si se
arrepintieran sinceramente, recibirán la gracia y el perdón Divinos.
Moshé designó a las tres ciudades de refugio,
Bétzer, Ramot y Golán, al este del río Jordán, para todo aquel que matase
accidentalmente.
Moshé recordó al Pueblo los Diez Mandamientos, con
los que el Eterno concertó con ellos un pacto eterno y que ellos pidieron a
Moshé que sea él el intermediario entre Hashem y los Benei Israel. El Todopoderoso aceptó ese pedido y se
alegró. Moshé les asegura que si
ellos van a comportarse correctamente recibirán todo tipo de bendiciones.
Entonces Moshé formuló el Shemá, afirmando la unicidad
de Hashem e instruye al Pueblo respecto de la fe y el amor al Eterno por todas
las generaciones futuras.
También indicó que las leyes deberán ser recordadas
eternamente como señal colocada en la mano y en la frente, los Tefilín, y en
los marcos de las puertas de cada casa (la Mezuzá).
Moshé recuerda no tomar el nombre del Eterno en
falso, el cumplimiento del Shabat, honrar al padre y a la madre, no matar, no
cometer adulterio, no robar, no dar falso testimonio, no desear la mujer del
prójimo, ni su casa, ni su campo, ni sus animales.
Moshé les advierte que cuando se asienten en la
Tierra no se olviden de Hashem y los incita para que transmitan a sus hijos,
todo lo que ellos vivieron.
Por último, les previno no casarse con gentiles,
porque ellos los harán abandonar al Eterno desviándolos de Su camino.
Israel es un Pueblo santo al
que el Todopoderoso demostró Su amor librándolo de la esclavitud, y es su deber
corresponderLe por medio de la observancia de Sus preceptos.
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