La parashá Vayikrá detalla, según lo
indicado por el Eterno a Moshé, los diferentes sacrificios (korbanot), que toda
persona podía ofrecer ante el Cohén.
Sobre cada uno de ellos, el Todopoderoso señaló como debían ser
ofrecidos, en qué debían consistir y cómo debían ser quemados y consumidos
La ofrenda Olá, que debía ser de
vacuno macho y debía ser consumida por fuego en el altar (Mizbeaj). También dentro de esta ofrenda, había
las que consistían en presentar ante el Cohén, aves como ser tórtolas o
pichones de paloma.
La ofrenda Minjá, que representaba
lealtad, era la única, de entre todos los demás korbanot, que no consistía en
traer un animal sino vegetal, y lo que debía ofrendarse era harina de
sémola.
La ofrenda de paz, llamada Zévaj
Shelamim, consistía en un vacuno o carnero u ovino, macho o hembra. Como ley perpetua, Hashem prohibió a
todas las generaciones, comer grasa y sangre.
Si alguien pecara sin intención contra
cualquiera de los mandamientos del Eterno, incluso el Cohén Gadol, debían
ofrecer un novillo como sacrificio, llamado Jatat. También si la congregación entera
pecara por error o un jefe de tribu también pecara por error, cada cual
presentará un sacrificio (Jatat) ante el tabernáculo.
Cuando alguien cometiera un
pecado como jurar en falso (en un juicio o querella), o tocara alguna cosa
impura, o dejara sin cumplir una promesa, o si entrara al Bet Hamikdash en estado
de impureza, debía presentar una hembra del rebaño. Esta ofrenda se llamó Olé Veiored. Pero si no pudiera traer un animal de
rebaño, debía expiar su pecado trayendo dos pichones de paloma o dos
tórtolas. Si no pudiera ofrendar
estos animales, debía traer una cierta cantidad de harina al Cohén.
Quien pecare negando a su prójimo lo
recibido como depositario o robándole o perjudicándole, o si hallare alguna
cosa perdida y lo negare, asumirá su culpa devolviendo la cosa a su propietario
y pagando adicionalmente al dueño, un quinto del valor del objeto y llevará al
Cohén un carnero para su expiación.
En todos los casos de expiaciones, el
Todopoderoso detalló cómo debían ser sacrificados los animales, el destino de
sus partes y sus sangres, como así las otras clases de ofrendas.
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