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Torá desde Jerusalem
Ética Vayetzé

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Domingo

Séfer Tiferet Ha-Kodesh, 3b

Quien se encoleriza todas las especies del infierno lo dominan, por cuanto está escrito: "Aparta la ira de tu corazón y aleja la maldad de tu carne" (Eclesiastes 11:10). Interpretando que la "maldad" es el infierno.

Quien se encoleriza no teme la Presencia Divina, por cuanto dice: "El malo, por la altivez de su faz no requiere. El Eterno no está en todos sus pensamientos" (Salmos 10:4).

Quien se enoja olvida lo aprendido y aumenta su necedad, como versa: "Porque la ira reposa en el seno de los necios" (Eclesiástes 7:9). Y está escrito: "Pero el necio siempre demuestra su necedad" (Proverbios 13:16).

Quien se enfurece tiene más pecados que méritos, por cuanto dice: "El hombre irascible ocasiona peleas, y abunda en transgresiones" (ibíd. 29:22). El Sabio pierde su sabiduría y el profeta su profecía, cuando se enfurecen. ¿De dónde aprendemos esto? De Moshé, pues está escrito: "Y airóse Moshé contra los jefes del ejército ... Y Eleázar, el Cohén Gadol, le dijo a los hombres del ejército: He aquí lo que ordena la ley que el Eterno entregó a Moshé" (Números 31:14, 21). Suponemos que cuando Moshé se enfureció olvidó la ley, por lo cual Eleázar tuvo que hablar a los hombres. En cuanto a la profecía, dijo Elishá: "Si no fuera por respeto a la presencia de Josafat, rey de Judá, (dicho con enojo)... Y ahora traedme un músico... (para quitarle el enojo y le vuelva la profesía)... Y la mano del Eterno vino sobre él" (Reyes II, 3:14-15). Quien se encoleriza, aunque le haya sido decretado algo muy grande, lo perderá. ¿De dónde aprendemos esto? De Eliab, como dice: "Y encendióse la ira de Eliab y dijo: ¿Para qué has venido? ¿Y con quién dejaste esas pocas ovejas en el desierto" (Samuel I, 17:28). Y está escrito, cuando Shmuel fue a ungir al rey: "No te fijes en su apariencia, ni en su estatura, porque le he rechazado" (ibíd. 16:7). De aquí podemos deducir que antes Lo amaba.

Quien se enfurece es como si encendiera la llama del infierno. Es considerado un idólatra. El Zóhar dice: "Tú que te desgarras a ti mismo en tu ira" (Job 18:4). Arrancará su alma por el enojo y se deja poseer por un Di-s extraño. Al respecto está dicho: "Dejad de confiar en el hombre cuya vida es un soplo" (Isaías 2:22). Esta persona es como un ídolo.

Quien conversa con él es realmente su compañero. ¿Por qué? Porque la idolatría lo gobierna. Es más, desarraiga toda la santidad colocando en su lugar la idolatría, a un Di-s ajeno. Así como está escrito en relación a una deidad foránea: "No os volveréis a ídolos, igual está prohibido mirarlos a la cara" (Levítico 19:4).

Lunes

Séfer Ha-Rokéaj 2b.

La persona debe hablar poco, con voz baja, minimizando el sarcasmo y los juramentos en nombre del Eterno, aunque sea verdad. Sus labios no hablarán mentiras.

No se sentará en la asamblea de los fiesteros. Como fue dicho por Jeremías: "Yo no me senté en la asamblea de los fiesteros, ni me regocije. Me senté sólo por causa de Tu mano, porque Tú me llenaste de indignación" (Jeremías 15:17).

Quien hojea la Torá, los Profetas, las Escrituras, y el Talmud y lee sobre la recompensa y el castigo, al darse cuenta de sus cuantiosos pecados, se humillará y bajará la cabeza. Su corazón se ablandará temiendo ser castigado por sus malas acciones, y ¿se arrepentirá como Yejesquiau?, que rasgó sus vestiduras. Y el Eterno le contestó: "Porque se ablandó tu corazón, y te sometiste a Mi..." (Reyes II, 22:19).

Sumisión es humildad. Control sobre el espíritu y las acciones. Aunque otros lo desprecien y pueda tomar venganza, permanece callado y lo soporta por humildad. Y si le sobreviene alguna desgracia o daño a él, a su propiedad, a sus hijos, a sus familiares, lo justificará como la Voluntad del Eterno. Permanece callado sin rebelarse contra el Eterno, como está dicho: "Y Aharón permaneció callado" (Levítico 10:3). Cuando la gente lo alabe, dirá: "No me alabes, porque pecador soy".

Martes

Séfer Ha-Rokéaj 2c.

La persona que se vanagloria por estudiar todo el día, alabar a su Creador y de observar Sus mandamientos, deberá humillarse y pensar: Quizás he pecado y Él me dirá: "Cuando vengas ante Mí, ¿quién te pidió que lo hicieras?" (Isaías 1:12). "¿Quién eres tú para declarar mis estatutos?" (Salmos 50:16).

Quien le causa dañó a su prójimo, debe admitirlo, como Yehudá que dijo: "Ella tiene razón" (Génesis 38:26). Si otra persona dice una mentira de nosotros, no debemos avergonzarlo ni disgustarnos. Si es rico, bien parecido y honorable se humillará y bajará la cabeza. Entonces el Creador lo alabará, como: "¿He de ocultar de Abraham lo que estoy por hacer?" (Génesis 18:17), porque dijo: "No soy más que polvo y cenizas" (ibíd. 27). De igual manera dijo Moshé: "Pero, ¿qué somos?" (Éxodo 16:8). También dijo David: "Pero yo soy un gusano, no un hombre" (Salmos 22:7).

No es propio de un esclavo mostrarse arrogante ante su amo, como está escrito: "Si yo soy Su Amo, ¿dónde está el temor a Mi?" (Malaquías 1:6). Pues no existe nada mejor que obedecer a nuestro Amo. Y dice: "Vuelve a tu señora y sométete a su mano" (Génesis 16:9). "Y entonces Mi pueblo que invoca Mi nombre se humillará" (Crónicas II, 7:14).

Y cuando reces, humilla tu corazón y baja tu espíritu y piensa en tus pecados, concentrándote en la oración con lágrimas del corazón. Enfoca tus pensamientos en las palabras que salen de tu boca. No te apresures. Concéntrate, no sea que estés absorto en otros pensamientos y digas al final: "Sean las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón aceptables ante Ti, mi Fortaleza y mi Redentor" (Salmos 19:15).

Miércoles

Séfer Ha-Rokéaj, 2c.

Nuestros Maestros dijeron: "La persona siempre debe ser medida. Si puede rezar, que rece. Si no puede, que no lo haga". Y está escrito: "Siempre he puesto ante mi al Eterno" (Salmos 16:8). Por lo tanto, debemos concentrarnos con humildad de corazón y espíritu en las tres primeras y en las tres últimas bendiciones del Shemoné Ezré y en la conclusión de las mismas. Te enseñaré la importancia de demostrar sumisión y humildad ante nuestro Padre en los Cielos, y te arrepentirás y avergonzarás de tu conducta. ¿Cómo Le devolverás tu alma tan limpia como cuando Te la entregó? Debemos lamentarnos de nuestros pecados con lágrimas en los ojos y en el corazón. Como se dijo de David: "El hombre que está elevado en lo alto" (Samuel II, 23:1), que él exalto el yugo del arrepentimiento y dijo: "No calles ante mis lágrimas" (Salmos 39:13). Y lamentará sus pecados y rasgará su corazón, como dice la Escritura: "Desgarrad vuestro corazón, no vuestras vestiduras, y regresad..." (Joel 2:13). Para libranos del pecado, debemos confesarlo, como dice: "El que confiesa y abandona sus pecados obtendrá misericordia" (Proverbios 28:13).

Debemos abandonar nuestros caminos y nuestros pensamientos, como está escrito: "Abandone el malvado su camino y el inicuo sus pensamientos" (Isaías 55:7). Y debemos revisar nuestras acciones, como dice: "Busquemos nuestros caminos y examinémolos y volvamos al Eterno" (Las Lamentaciones 3:40). Y se preocupará y quejará continuamente. Humillará su corazón, a la manera de: "¿Ves como se ha humillado Ajav?" (Reyes I, 21:29). Se cambiará de ropas y llorará y se lamentará por sus pecados, como está escrito: "Y se acongojaron, y prescindieron de sus adornos" (Éxodo 33:4).

Jueves

Séder HaYom, 89b.

Debemos llorar y lamentarnos y sentarnos en el suelo y asombrarnos por lo siguiente: Cómo hizo acciones prohibidas, hasta el punto de enfurecer al Creador del mundo, el Hacedor de su alma, y ha hecho lo que es malo ante Sus ojos.

¿Cómo puede presentarse ante Él? ¿Cómo puede pedirle que calme sus heridas y sus aflicciones? Él que es un insecto, oscuro y bajo, cuyo corazón se entretuvo haciendo lo contrario a la voluntad del Rey de Reyes.

Debe rezarle e implorarle, para que sea misecordioso con él y le conceda su gracia y le otorgue bondad en abundancia, y Su mano está abierta para perdonar a los arrepentidos. Y si su corazón está roto y contrito y llora en abundancia, y ayuna y se arrepiente todos los días, entonces seguro obtendrá frutos y su recuerdo llegará como una bendición ante el Curador de toda carne, Que realiza maravillas. Como está escrito: "Volveos hijos apóstatas. Yo curaré vuestras apostasías" (Jeremías 3:22).

Porque Él traspasa la línea de la justicia y lo merecido, curando al que transgrede de manera consciente, rebelde, y pérfidamente para enfurecer a su Amo. Pero Él perdona todos sus pecados y le brinda paz, como está escrito: "Paz, paz para el que está lejos y para el que está cerca" (Isaías 57:19). Y, por el contrario, Él observa y anhela que llegue el momento de su arrepentimiento, para beneficiarlo, como está escrito: "Pero el Eterno esperará ..." (ibíd. 30:18).

Viernes

Séder Ha-Yom, 89b.

La plegaria y las súplicas son la base del arrepentimiento. Se confesará con palabras ante el Amo de los Amos, y mejor si salen lágrimas de sus ojos, ya que éstas con seguridad no regresarán vacías, y su arrepentimiento se recibirá.

Aunque la persona sea un malvado y haya cometido muchos pecados, el Altísimo en Su misericordia deja una abertura para recibir su arrepentimiento y será ayudado para su purificación total y para que no persista en sus locuras.

Si no puede ayunar todos los días, que lo haga alternadamente. Y ese día sólo comerá para alimentar su espíritu, por amor al Cielo. Y será más aplicado en su servicio al Eterno, lo cual le será contado a su favor. Igualmente, si no puede ayunar del todo, deberá comer la cantidad necesaria para no enfermarse y se le contará como más que un ayuno, puesto que se castigó absteniéndose de comer únicamente por el servicio del Altísimo y tener la fuerza de afligir su alma por sus pecados. En estos casos es muy importante llegar temprano al Bet Kneset, tanto en la mañana como en la noche.

Deberá enérgicamente alabar y exaltar al Hacedor de la creación con cantos y ruegos. Y cuando esté confundido y con la mente apagada por el cansancio, hasta el punto de que no pueda mantenerse de pie por pesadez de su cuerpo, se la quitará lavándose la cara, las manos y los pies con agua fría. No permanecerá parado en un mismo sitio, sino debe balancearse o caminar un poco para despertarse.

Se concentrará únicamente en sus oraciones y súplicas, o en el estudio de la Torá y en el cumplimiento de los mandamientos. Quien persevere le será fácil.

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