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"Y le dijo el Eterno a Moisés: Y el día diez del mes séptimo, será de expiación (Yom Kipur), de sagrada convocación para vosotros. Os afligiréis y brindaréis una ofrenda al Eterno. Y no haréis labor alguna ese día, porque es día de expiación de vosotros ante el Eterno, vuestro D-os. Quien no se afligiera en ese día, será extirpado de su pueblo. No haréis labor alguna. Será estatuto para todas vuestras generaciones, donde quiera que habitáreis, a partir del crepúsculo del día nueve del mes y hasta el atardecer del día siguiente" (Vaikrá 23:26-32). Excepto los sacrificios correspondientes que ordena la Torá (que por ausencia del Templo no podemos realizar), dos preceptos nos encomienda D-os en este día: La aflicción de las almas y la prohibición de realizar labores. Aunque el día de Kipur fue denominado por la Torá Shabat Shabatón como las demás festividades (Rosh HaShaná, Pesaj, Shavuot, y Sucot), no está permitido ningún tipo de trabajo, incluso los permitidos en los otros días festivos (preparación de alimentos), debido que la prohibición en Yom Kipur es clara: "No haréis labor alguna", como en Shabat. "Y afligiréis vuestras almas". Si bien la Ley Escrita ("Torá SheBijtav"), no especifica el significado del precepto de afligir las almas, la Ley Oral ("Torá She Vealpé"), transmitida a Moshé por boca de D-os en el Monte Sinaí, nos explica que son cinco las prohibiciones en este día:
Todos estos preceptos comienzan a regir desde el atardecer de la víspera hasta la salida de las estrellas del día siguiente. Como ocurre con el Shabat, tenemos la obligación de adelantar la entrada del día y retrasar su salida, para demostrar nuestro deseo en cumplir los preceptos. En Shabat está prohibido ayunar y enlutarse en público. Sin embargo, si coincide Yom Kipur con Shabat, se deberán cumplir todos los preceptos correspondientes, debido a la repetición del párrafo que nos aclara que, aunque el día es considerado sabático, hemos de afligir en él nuestras almas. La Seudá Mafseket (comida de interrupción) que efectuamos antes de comenzar con el ayuno, deberá ser festiva en señal de la confianza en la Bondad Divina, como demostración de nuestra seguridad de que el Todopoderoso perdonará nuestras transgresiones. De todas formas, es recomendable no abusar en las comidas, en especial las saladas o de difícil digestión, para que no produzca este exceso, la sed o el cansancio en las oraciones.
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