Triunfo del Espíritu
"No por la fuerza ni por el poder sino por mi espíritu,
dice el Eterno de las huestes" (Zejariá 4:6).
Estas palabras del profeta Zacarías que leemos en
la Haftará del Shabat de Janucá, nos recuerdan que
a pesar de las continuas persecuciones de las que fuimos víctimas
durante todas las épocas, existe algo más allá de
la espalda del Macabeo, más allá de la mano que sostiene
el arma en nuestros días; existe el Espíritu Divino que
acompaña al pueblo de Israel cuando éste demuestra su amor
y entrega al Todopoderoso.
Janucá representa la entrega y la valentía
de los judíos por conservar su legado espiritual (la Torá),
su culto y servicio a Di-s.
Este legado que estamos obligados a conservar, enriquecer
y revitalizar día tras día, nos asegura la supervivencia
como entidad nacional y religiosa.
"Aún esclavo y desposeído has nacido
hijo del Rey", se dice sobre cada judío. Como consecuencia
de nuestro glorioso pasado, nos vemos obligados para defender nuestros
ideales y conservar nuestra identidad, no con la fuerza ni el poder, sino
con nuestro espíritu.
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